miércoles, 16 de enero de 2013

la vida corriendo

practiqué atletismo durante toda mi infancia y mi juventud en el club de mi pueblo, un club pequeño pero peleón. allí dos personajes excepcionales me transmitieron el amor por este deporte y por el ejercicio en general: a ellos les dedicaré un post en el futuro. 

mi especialidad fueron las pruebas de velocidad y las vallas. también practiqué octatlón (decatlón reducido para categorías inferiores) y me curtí en carreras populares, o como se dice en valencia, 'voltes a peu' (vueltas a pie). de niño uno corre, lanza y salta lo que le pidan. mi cima en  esta etapa de deportista federado fue la participación en 1999 en el campeonato de españa, en la prueba de 400 metros vallas.


el de verde.

después me licencié en educación física, estudios que, honestamente, me trajeron más frustración que formación, y que me enseñaron sobre todo a detectar los momentos en que las personas dicen estupideces, ya que los sufrí muy a menudo; hubo notables excepciones, notables y escasas. pienso que la mayoría de lo que sé lo aprendí en el club o por mi propia cuenta. esa es al menos la percepción que tengo ahora.

durante una crisis de identidad académica me matriculé en la licenciatura de filosofía y allí permanecí durante tres años, leyendo y siendo feliz. pienso algún día retomar estos estudios. lo que en esta época aprendí fue crucial para la persona que después he sido.

con casi treinta años me diagnosticaron un auténtico desastre en la rótula de mi rodilla izquierda: un agujero de casi un centímetro, y lo que allí faltaba, esparcido alrededor. una mosaicoplastia, palabra que me encanta desde entonces, me devolvió al camino.

ahora me he reciclado en corredor de fondo, con aspiraciones de ultrafondo. soy un defensor de la técnica natural o barefoot running, descalzo o con zapatillas minimalistas. en un próximo post os cuento mi punto de vista al respecto.

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